domingo, 12 de diciembre de 2010

                                        LA HUELLA HUMANA


Bolsas de plástico, el principio del fin

La utilización de los derivados del petróleo para fabricarlas, las décadas que tardan en degradarse y la conciencia medioambiental pueden hacer que las bolsas tengan los días contados

El uso de las bolsas de plástico ha sido siempre práctico y recurrente pero su alto impacto medioambiental ya ha inducido a muchos países a reducir su uso, reutilizarlas, sustituirlas por otras biodegradables, cobrarlas e incluso prohibirlas. En España se distribuyen cerca de 10.500 millones de bolsas de plástico al año (238 por persona), de las que apenas el 10% acaba en el contenedor amarillo, donde pueden ser reutilizadas. La mayoría termina en vertederos, alimentando los residuos tóxicos, en el mar, donde además provocan la muerte por asfixia de doscientas especies de animales, o como tapón en cañerías y alcantarillado, con el consiguiente peligro de inundaciones -sobre todo en ciudades del mundo menos desarrollado-.

Irlanda fue pionera en Europa en la toma de medidas sobre la producción descontrolada de bolsas de plástico al introducir en 2002 un impuesto al consumidor por cada bolsa distribuida. El resultado fue que se recaudaron cerca de 23 millones de euros para invertir en proyectos medioambientales y una reducción en el consumo del 90%. A partir de ahí se han ido desencadenando las iniciativas en países de todo el mundo, desde pagar en los supermercados por cada bolsa o lanzar otras reutilizables, hasta prohibirlas.




1 comentario:

  1. Vaya desastre. Es increible la de basura que generamos. Nos hemos acostumbrado a que todo esté envuelto con uno o varios envases, que nos regalen las bolsas como si fuesen gratis, hasta la fruta y verdura viene cubierta de plasticos. Y la verdad es que tiene un precio, tanto por extraer los materiales para estos envases como, no menos importante, para deshacerse de ello. En estos tiempos de crisis deberíamos aprovechar y replantearnos este sistema derrochador y consumista. ¡Lo que ganaríamos!

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